Cuando era pequeño, todas las novelas de Julio Verne y de Emilio Salgari. También, los clásicos, de Lope de Vega y Calderón de la Barca.

En ese tiempo, entre los cinco y los veinte años, me leía todo lo que encontraba. En la biblioteca de Dúrcal, creo quedarían pocos libros que no leyera.

En la Acción católica, también había muchos; me los leí todos. Recuerdo algunos títulos: “Energía y pureza”, “El joven de carácter”, “El joven observador”. Estos libros y alguno más los escribía un obispo húngaro, Tihamer Tóth.

Ya de casado leí bastante, aunque menos, tenía poco tiempo. Entre otros “La vida de Mahoma”, “La vida de Buda”, “La Santa Biblia”, “Voluntad Resuelta” de O. S. Marden, “Las obras completas de Santa Teresa”, “Las obras completas de San Juan de la Cruz”, “La vida de San Ignacio de Loyola”.

Son muchos los libros que han influido en mi vida. No podría contarlos, y tampoco recuerdo sus títulos.

Desde hace unos veinte años, lo que más ha influido en mi vida, son las comunicaciones de Dios, directamente a mi persona, para comunicar un mensaje al mundo. Esto está recogido en los libros “Lo que Dios me dijo”, “El poder de la oración” e “Historias para meditar” .

En esta última etapa de mi vida, el naturismo ha pasado a ocupar un segundo lugar. Las revelaciones de Dios, acaparan, casi toda mi atención y mi ser. He tenido que tomar muchas decisiones, que han sido muy duras para mí, para adaptarme a lo exigido por Dios.

En la actualidad, mi vida, está enteramente dedicada a lo que Dios me exige.

José Vílchez Terrón