Web José Vílchez Terrón

En Órgiva, Granada, España

El Reportaje

—¿Dónde cae exactamente esa ermita?
—La ermita se encuentra al lado de la carretera, por encima de donde está la de la virgen de Fátima. ¿Te acuerdas…? Allí donde había tantas flores.
— ¡Ah…! Sí, me acuerdo, hace un par de meses que grabamos todo aquello, resultó una fiesta muy bonita.
—Pues, esta del Padre eterno es parecida.
—¿A qué hora es?
—A las cinco de la tarde, debemos estar allí un poco antes.
—De acuerdo, nos vemos en el centro a eso de las cuatro y media.
—Vale.

Esta conversación la tuvimos mi amigo Pepe y yo por la mañana; por la tarde, nos fuimos hacía la ermita. Esta está situada en la carretera que va de Orgiva a Trevelez a la altura del empalme con el carril que va a Puente Palo y la finca del Centro Budista.

Cuando llegamos la procesión estaba apunto de entrar en la carretera, ya había salido la imagen de la ermita y esta la llevaban cuatro hombres en unas andas. Lo vimos desde dentro del coche, pues allí era imposible de aparcar. Había mucha gente, muchos coches aparcados, otros que llegaban como nosotros e intentaban por todos los medios abrirse un hueco.

Dos parejas de la guardia civil hacían lo que podían para poner un poco de orden, Dos de ellos intentaban darle paso a los que portaban la imagen con el fin de que saliera a la carretera. Los otros dos, estaban al otro lado intentando organizar a los coches que bajaban. Los que subíamos, teníamos ya el paso cortado. Yo opté por dar media vuelta e irme dirección a Orgiva en la curva de más abajo, no sin antes decirle a Pepe que se bajara, cosa que hizo de inmediato. En aquella curva, al subir, había visto un aparcamiento para un coche pequeño como el mío; la verdad es que no había mucho donde elegir. Aparqué el coche y subí a pie.

Cuando llegué hasta la ermita, la cosa estaba un poco más despejada. La procesión ya había iniciado su recorrido y Pepe me estaba esperando; al verme, me dijo:
—Vamos hacia aquella curva, el recorrido no es muy largo, desde allí podrás hacer una buena toma.
—De acuerdo, le dije, iniciamos la marcha y adelantamos a algunos de los rezagados.

Cuando llegamos a la curva, me posesioné con mi cámara, dispuesto a captar las mejores imágenes de aquella comitiva, y, como no, también del paisaje que nos rodeaba.

Era una tarde fresca y agradable, el sol aún calentaba y hacía que aquella ladera del Padre eterno fuera un lugar envidiable.

Enfoqué la cámara hacia el público que seguía la procesión, pero casi todas las gentes que acompañaban la imagen las tenía de espaldas, por lo que opté por esperar hasta que volviera a pasar de regreso. Según Pepe, eso se produciría en un espacio corto de tiempo.

Las gentes pronto aparecieron por la curva, enfoqué la cámara haciendo uso del zum y la verdad que era una estampa preciosa. Yo calculo unas cuatrocientas personas las que acompañaban a aquella imagen, algunas autoridades y, delante, Rafael con su máquina fotográfica al hombro. En este preciso momento en que Rafael me saludaba es cuando se me vino a la mente el pasaje de la Biblia Éxodo 20 — 4: No te fabricaras escultura ni imagen alguna de lo que existe arriba en el cielo, o abajo en la tierra, o por bajo de la tierra en las aguas.

La comitiva avanzaba, la imagen del Padre Eterno pasó junto a mí.

Mi amigo Pepe se había adelantado, tal vez me vio algo indeciso y pensó que era mejor dejarme solo con mis pensamientos. De todas formas yo había ido allí a hacer un reportaje; es decir, a captar con mi cámara aquella fiesta. Así que decidí seguir adelante. Tomé alguna toma más de los que ya iban de espaldas a mí y enfoqué la cámara a las laderas de la carretera. Muchas chumberas en la parte alta y abajo el Poqueira, río Seco y sus laderas. La ladera de este lado de la carretera estaba llena de cortijos y estanques, también, se divisaba la cantera y la ermita de la Virgen de Fátima, hay rosales de todos tipos junto a esta ermita. Es algo encantador y maravilloso, vale la pena venir en primavera y deleitarse con tantas rosas y la belleza de sus paisajes.

Me había quedado solo; tuve que aligerar el paso, cuando llegué delante de la ermita, la imagen ya la habían metido dentro. Yo me puse de pie en uno de los asientos, para poder ver al máximo de concurrentes. Lo que no me di cuenta es que estaban los cohetes y la traca junto a mí, a menos de dos metros. Estos comenzaron a explotar y yo no pude hacer otra cosa que girarme un poco para verlos y captarlos con mi cámara, pero no podía moverme para alejarme de aquel ruido que me resultó bastante molesto por su cercanía. A mi derecha tenía el vacío de la ladera, al frente los fuegos artificiales explotando con su ruido y humo, y, detrás, mucha gente que no me permitía moverme. Suerte que no duraron demasiado.

Cuando pasó esta experiencia del ruido, vi a Lola que venía hacia mí con una sonrisa en los labios, me mostró una bandeja llena de bocadillos y me dijo:
—Jóse, coge los que quieras, hay muchos.
—Gracias Lola, algún refresco si que tomaré, comida no.
—Quédate aquí que vengo enseguida.
A poco apareció con una botella de refresco y un vaso.
—Coge el vaso Jóse —me dijo— a la par que lo llenaba de aquel refresco de naranja.
—Gracias. Eres muy amable, además estas encantadora, como siempre.
—Muchas gracias Jóse por el piropo.

Lola se fue, a poco vino Pepe y se sentó a mi lado. Le dije:
—¿Has comido algo?
—No, pero no tengo gana.
—Déjate de tonterías, ahora mismo voy a por un bocadillo y bebida, ¿Quieres cerveza?
—Sí, vale… cerveza está bien para el bocadillo.

Me alejé y vi a Federico repartiendo bocadillos, le pedí uno para Pepe y le conseguí una cerveza de otros que también repartían.
—Toma Pepe —le dije— hay que alimentarse que la tarde está refrescando.
Me alejé y vi a José y a Elisa, ésta estaba con una cara de frío que no podía disimularla.
—Estás helada, niña, abrígate algo, —le dije.
—Si, es verdad, pero en cuanto comience el baile se me quita todo.
Yo decidí ir a por un jersey que tenía en el coche, y le dije a Pepe:
—¿Quieres que te traiga otro jersey para ti? Tengo otro en el coche, no está muy bien, pero abriga.
—No, gracias, en cuanto comience el baile se me quita el frío, ya lo verás.
Yo me fui carretera abajo, hacia donde tenía aparcado el coche. Antes de llegar vi una nube negra que estaba cubriendo el cielo, por encima del pueblo de Cañas. Abrí el coche y me abrigué con el jersey. Fui subiendo y cuando llegué a donde estaba la fiesta vi a Pepe y a Lola bailando. Luego Pepe me confirmó:
—En cuanto me puse a bailar se me quitó todo el frío.

Tomé algunas fotos de los que bailaban y fui a saludar al que tocaba el piano. Este era un joven de unos 25 años. Cuando estuve junto a él le dije:
—¿Como te va el asunto de la música? ¿Tienes experiencia en estas fiestas?
—Sí, me defiendo bastante bien, Tú… ¿Es que haces videos?
—Sí, me gusta llevar a la pequeña pantalla estas fiestas y también los paisajes de esta tierra, son hermosos y vale la pena que las gentes del mundo conozcan nuestra cultura y sus fiestas.

Cuando me alejé de este joven me topé de bruces con Josefina. Ella me dijo:
—Vale la pena que nos desplacemos hasta el fondo de la carretera, desde allí podrás grabar este extraño fenómeno.
—¿De qué me hablas…? Ya he grabado esa parte, es preciosa: La ladera de Puente
Palo, con sus bosques de castaños y pinos, también los campos de manzanos, todo aquello es precioso; yo le llamo el jardín natural de Soportujar. También he grabado el pueblo y el río, la parte del pueblo de Cañar, Bayacas y Caratáuna. Todo esto ya lo tengo, la verdad que es una gozada cada vez que vengo por aquí y veo estos paisajes. Con el zum de esta cámara, he logrado que se vea toda Orgiva, incluso el pantano, con gran nitidez, desde aquí todo es diferente.
—No es eso, fíjate en lo que está aconteciendo. El sol está detrás de aquella nube negra y sus rayos se salen por los lados, esto es precioso ¿Verdad?
—Sí, es un fenómeno natural muy bonito, estos atardeceres desde estas alturas la verdad es que me encantan.
—Pues fíjate lo que está sucediendo, grábalo todo…, vale la pena, te das cuenta como el sol se abre paso por en medio de la nube —dijo emocionada Josefina, a la par que rodeaba mi cintura con el brazo izquierdo. Su cara y su gran melena la apoyó en mi pecho y con la mano derecha, levanto mi brazo derecho a la par que me decía…Es allí…
Yo enfoque la cámara a aquel agujero de luz, era extraño y maravilloso.
—Ya está… lo ves… —dijo Josefina— lo ha conseguido! El sol ha abierto ese agujero en la nube y mira sus rayos.
—¡Es fenomenal…! ¡Maravilloso…! ¡Valió la pena el venir hasta aquí…!

Yo con la cámara iba captando todos los detalles de aquel sol que alumbraba toda la zona de Orgiva, Bayacas, Caratáuna incluida la mitad del Pantano de Rules y esta parte del río Guadalfeo. Nunca en mi vida había visto una cosa igual.

Estuvimos un ratito mirando y contemplando embelesados el horizonte, hasta que yo cerré mi cámara, no sin antes tomar algunas fotos, además del vídeo. Sentía el corazón de Josefina latir junto al mío, cuando la miré tenia la cara enrojecida y llena de lágrimas. Sin hablar ni una palabra la besé en la frente. Ella me dijo:
—Es nuestro Padre eterno Dios quien ha hecho este milagro, hoy es su día y ha querido hacernos este regalo.
—La verdad es que es un magnifico regalo.
—Vayámonos, que los amigos nos están esperando.
Nos fuimos.
Llamé a Pepe y le dije:
—Mira, yo aquí ya no puedo hacer ningún trabajo, hay poca luz y las fotos no salen bien, si tú quieres seguir bailando me espero, de lo contrario nos vamos.
—Nos vamos —dijo él— Amalia seguramente ya habrá llegado de Granada. Y aquí cada vez queda menos gente.

José Vílchez Terrón

Ermita del Padre Eterno, Órgiva, Granada, España

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