Del 30 mayo al 02 junio de 1959
Viaje a Gran Canaria
30-05-1959
Por la mañana preparación del equipo y limpieza de locales. Por la tarde viaje a Madrid, de regreso a Alcalá de Henares el coche se quedó sin gasolina. Comida en ocho minutos. Segundo viaje regreso a las cinco y media a causa de…
Por la noche, a las once, salida desde Alcalá de Henares y llegada a Madrid. Saludos, besos, abrazos, propios de las despedidas; en aquellos momentos me sentí meditabundo y una fea idea cruzó por mi cabeza mientras contemplaba la escena desde el vagón.
31-05-1959
Viaje de Madrid a Sevilla, fue largo y algo cansado, por la provincia de Córdoba me sentí algo emocionado con los bellos paisajes que a mi vista se ofrecieron. Saludo del paracaidista Figueras: “¡No sabía que Andalucía fuese tan bonita!”
Llegamos a Sevilla a las seis y media de la tarde. Después de entrar en el puerto cenamos en el Plus Ultra, barco de pasajeros que nos llevará a Canarias si Dios quiere. Por la noche estuvimos durmiendo hasta el toque de diana.
01-06-1959
Me he levantado y me dispongo a lavarme como de costumbre, pero me es imposible, cuatrocientos hombres son muchos para un solo grifo. En los dos servicios la cola es grande y para hacer las necesidades hay que esperar largo rato. Me subo a cubierta y comienzo a admirar el bello paisaje que a mi vista se ofrece. Son las ocho de la mañana y nos encontramos en la desembocadura del río Guadalquivir, frente a San Lucas de Barrameda, pueblo de Cádiz, pintoresco y bonito por lo que se puede apreciar desde el río.
El barco comienza a elevar anclas para ponerse en marcha, todo esto me distrae y llama mi atención. Decidido y comienzo a escribir una carta a la que continúo llamando “Inolvidable Carmencita”. Le voy relatando lo bello del paisaje: a un lado los pinos, a otro el pueblo y la playa con su hilera de barcas… El barco pronto abandona el río y se interna en el mar rumbo a Cádiz. A las once y media avistamos el puerto y la carta la doy por terminada, la cierro y me dispongo a observar el movimiento del puerto y de los barcos que entran. Se oyen tres pitadas consecutivas seguidas de otras tres dadas por el Plus Ultra, es la señal para entrar en el puerto. Un barco de la Marina de Guerra Española se pone al lado del nuestro, este también desea entrar. Los marineros de este otro barco nos miran y nosotros también los miramos a ellos, todos estamos en cubierta y nos saludamos con las manos; por un momento pienso que tengo delante uno de los cuerpos más arriesgados del Ejercito; siempre, no sé por qué, llamaron mi atención estas dos fuerzas. Marineros y paracaidistas volvimos a saludarnos y poco a poco se adelantaron. Otros tres buques de guerra se empezaron a ver, por lo que me dijeron se estaban reuniendo para realizar unas maniobras en el Mediterráneo; entramos en el puerto y atracamos. Tres buques de guerra franceses llamaron mi atención, eran muy grandes y por su bandera conocí su nacionalidad. Saludamos a los gaditanos y, ellos y ellas, respondían a nuestro saludo con vivas muestras de admiración y alegría. Le di la carta a un caballero que voluntariamente se comprometió a echarla en el buzón.
En una hora escasa empezamos a alejarnos del puerto, nuestra banda comienza a tocar, la gente saluda con los pañuelos a los paracaidistas que se alejan, nosotros respondemos al saludo con las boinas y nos alejamos del puerto, y con él, Cádiz y también de la Península. ¿Cuándo volveremos? Algún día, de eso no cabe la menor duda, a más tardar, quince meses. Ya queda menos, todo pasa, esta vida es rápida, dentro de poco le contamos a nuestros nietos el viaje de Madrid a Las Palmas. Comenzaré a decirles así: Cuando yo estuve en el Ejército en la Bandera paracaidista… y batallita al canto.
Hemos perdido de vista a Cádiz, cielo y agua es el panorama que a nuestra vista se ofrece, casi una hora me distraigo mirando el choque que producen las olas contra el barco. Imitando a los otros me tumbo y a dormir, a la hora de estar durmiendo la noticia me llega: “Barco a la vista.” Me acerco a la barandilla y veo que, efectivamente, un barco mas grande que el nuestro se acerca a nosotros llevando la misma dirección. Cuando lo tenemos enfrente, tres pitadas del uno son respondidas por el otro, después una mas corta que también la responde el otro, es su saludo. Al costado lleva su nombre: Ciudad de Cádiz; los tripulantes de este barco, asomados a cubierta, nos saludan; nosotros correspondemos al saludo y a poco se aleja. Está claro, es mejor barco que el nuestro, de eso no cabe duda. Volvemos a tumbarnos y hasta la tarde, cenamos y a la cama. Cuando me fui a la cama tenía un poco de angustia, creí que devolvería, pero no fue así, me quedé dormido hasta otro día.
02-06-1959
Me levanto y me afeito con agua que tenía en la cantimplora, luego subo a cubierta y observo el panorama: hay viento del norte y nubes bajas que no permiten que el sol llegue nosotros, a un lado agua y por el otro también, desayunamos y después a escribir, que es lo que ahora estoy haciendo. El cabo primero Vall, que se encuentra detrás de mí, y que seguramente faltando a una de las reglas elementales de educación ha leído lo que estoy escribiendo, me dice que me faltan muchas cosas. Tal vez sea verdad, pero aún queda tinta y libreta. Hace un momento, un cabo de la séptima compañía, con una radio de pilas se ha sentado a mi lado y la radio ha comenzado a trasmitir en sistema Morse; hemos llamado a uno de la novena, especialista en radio, para ver si podía traducir lo que decía. Efectivamente, hemos podido comprobar que se trata de un mensaje de nuestro barco a Canarias diciendo que llegaremos mañana por la tarde. El día de hoy tiene pocas alternativas, cielo y agua, unas veces durmiendo y otras contemplando los delfines y los peces voladores, de estos últimos hay menos. Ahora mismo son las dos en la Península, la una en Canarias; es una cosa que yo no sabía, que hubiera una hora de diferencia. Hemos pasado lista y cada uno se dispone lo mejor que puede para pasar la noche, en toda la tarde no ha habido novedad; la cena ha sido lentejas y patatas con carne, de postre albaricoques.
22-07-1959
Tan idiota soy que comienzo las cosas y no las acabo; son la una y veinte (hora Canaria), tengo la segunda imaginaria y en algo hay que pasar las dos horas. Repasando libretas he llegado a este relato del viaje Madrid – Las Palmas, que hace mes y medio realicé formando parte de la segunda bandera paracaidistas, que efectuaba el relevo de la primera, a la cual me siento orgulloso de pertenecer. Al leerlo me ha gustado recordarlo, pero he notado la falta de nuestra entrada triunfal en el puerto de Las Palmas, departamento puerto La Luz. El recibimiento del pueblo Canario y de los compañeros de la primera bandera fue algo emocionante, pero era cuestión de haberlo relatado en el momento en que las emociones aún no han ultimado el efecto. Los tres días que estuvimos juntas las dos banderas fueron muy emocionantes, ya que pudimos saludar a los compañeros de curso que fueron destinados a la primera. ¿Cómo vivía esta bandera aquí? ¿Cómo vivíamos nosotros? ¿Qué impresión y qué concepto sacamos de la otra? ¿Se notaba la diferencia? ¿Qué sería mejor para el paracaidista? ¿Cómo nos catalogaron ellos?
José Vílchez Terrón
Embarcando tropas en buque Plus Ultra
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